Nos juntamos en la capital en este mayo de 2022 organizaciones, comunidades, colectivos y personas de reconocida trayectoria de lucha popular; convertimos en nuestra casa y espacio de debates los bajos del Congreso Nacional, nos movilizamos ante funcionarios e instituciones para demandarles que asuman la responsabilidad histórica de servir al pueblo y no ser instrumento de los opresores.
Acudimos, como siempre, para seguir asumiendo el rol que le corresponde al movimiento popular desde su inquebrantable autonomía.
Nos mueve la vergüenza, la dignidad y la certeza que la lucha popular es constructora indetenible del proceso refundacional que está en marcha en el país.
Llegamos y nos declaramos en ayuno como expresión genuina de la resistencia pacífica activa de los pueblos.
Reivindicamos la vergüenza que nos causa el hecho de haber sido sometidos al imperio de una élite política y económica que convirtió a Honduras en un narcoestado y produjo niveles de pobreza y corrupción indignantes, con la agravante que el narco-presidente Juan Orlando Hernández, a pesar de su notorios crímenes, nunca fue juzgado en el país, mientras la justicia de los Estados Unidos le imputa un historial criminal por narcotráfico y corrupción de 18 años consecutivos, extremo que produjo su extradición, que fue ejecutada por las mismas instancias hondureñas que debieron investigarlo, acusarlo, juzgarlo, condenarlo y encarcelarlo en el país.
Ayunamos porque nos da vergüenza la institucionalidad del Estado hondureño y sus funcionarios, su cobardía y su servilismo a la corrupción y al imperio de los Estados Unidos. Reconocemos, con profunda vergüenza, que la extradición, juzgamiento y segura condena del narco-presidente es la única justicia posible contra un criminal de su calaña, porque en nuestro país la institucionalidad y sus funcionarios no tienen la fuerza, la valentía y el patriotismo básico para juzgar a un verdugo como JOH y su estructura.
Reconocemos que como parte del pueblo organizado dignamente resistimos diez años de régimen golpista, corrupto y narcotraficante y que finalmente lo derrotamos popularmente en el campo electoral en una alianza de múltiples sectores de nuestro pueblo. Ayunamos también para fortalecer nuestras convicciones, nuestra dignidad y la certeza de que es posible la construcción de una Honduras de la que todos y todas nos sintamos orgullosas.
Ayunamos para que no se borre de nuestra memoria el hecho que durante una década al menos, militares, policías, fiscales, jueces y otros funcionarios se dedicaron a proteger y perpetuar en el poder al cartel liderado por Juan Orlando Hernández, y en contraste, perseguían, acusaban y encarcelaban a nuestros hermanos y hermanas por defender la voluntad popular, por defender los bosques, los ríos, minerales, la educación, salud pública y todos los bienes estratégicos de la nación.
Nuestra acción de resistencia pacífica es para no olvidar la inmoralidad de la DEA, el Pentágono, el Comando Sur y distintas estructuras de poder de Estados Unidos, quienes en varias ocasiones, en los últimos 10 años, felicitaban a JOH y su cartel por su supuesta lucha contra el narcotráfico, pero hoy reconocen y hacen público que desde 2004 a 2022, introdujo, al menos, 500 mil kilos de cocaína a su territorio y paralelamente llenaba al pueblo hondureño de violencia, masacres, luto, vergüenza y convirtió a la institucionalidad pública en su centro de operaciones y por lo tanto a Honduras en un narcoestado.
Nos rebasa la indignación y la vergüenza el hecho de confirmar que, mientras el cuerpo diplomático asentado en Honduras y sectores de la comunidad y la cooperación internacional compartían espacios de gala con Juan Orlando Hernández y su cartel, las carreteras, puertos, aeropuertos, empresas públicas, zonas protegidas, ríos, bosques y minerales, el territorio y gran parte de la riqueza nacional eran entregadas a la banca privada, empresas privadas nacionales y transnacionales corruptas y violadoras de derechos del pueblo hondureño.
Y para colmo, hoy pretenden imponer un borrón y cuenta nueva, dejando intactas las concesiones y el saqueo de la riqueza de la nación.
Desde nuestra vergüenza y determinada lucha, haremos todo para que se revoque todo el modelo corrupto de concesiones y robo de la riqueza nacional.
Ayunamos y luchamos para que se grabe en nuestras memorias que, mientras ONGs oficialistas, dirigencias políticas, grupos religiosos y económicos, corporaciones de medios de comunicación celebraban con Juan Orlando Hernández y su cartel, miles de hermanos y hermanas nuestras salieron huyendo del país en una ruta migratoria que los aleje de todas las violencias directas e indirectas generadas por el cartel de Juan Hernández.
Sin embargo, hoy, como siempre, nuestra vergüenza la convertimos en dignidad y lucha popular y acudimos a denunciar y exigir que se investigue, enjuicie y castigue a los funcionarios que por acción u omisión permitieron, participaron y aseguraron impunidad a los crímenes de Juan Orlando Hernández y su estructura.
Acudimos también a demandar que se revise y se revoque la personalidad jurídica al Partido Nacional de Honduras, porque su dirigencia lo convirtió en una estructura criminal que atentó contra la democracia, el orden jurídico, los derechos y la dignidad de todos los hondureños y hondureñas.
Con dignidad y desde una perspectiva política popular, una vez más, como lo hicimos en abril y mayo de 2008, convertimos los bajos de este Congreso Nacional en el escenario de nuestra Asamblea Popular, en dónde debatimos y aportamos nuestro pensamiento, propuesta y práctica sobre los roles del movimiento popular en su relación con las distintas estructuras sociales y de gobierno, nos pensamos el sistema de administración de justicia, el modelo económico, los nefastos efectos de las industrias extractivas, el modelo energético y todos los temas centrales relacionados con el proceso de refundación de nuestro país.
Con la fuerza y legitimidad que nos da nuestra lucha sostenida, en medio de este ayuno por la vergüenza y la dignidad, nos sentamos y debatimos con funcionarios del Poder Ejecutivo y diputados del Congreso Nacional para que las violaciones a los derechos de los distintos territorios y organizaciones representadas en esta acampada sean restituidas y el Estado y gobierno de Honduras, asuma para siempre su deber de respetar y garantizar los derechos de nuestro pueblo.
Inauguramos una jornada más de resistencia pacífica y ciudadana, felices de encontrarnos con hombres y mujeres unidos por el más grande amor al país y por una práctica de lucha popular honesta y constante y hoy nos despedimos con la certeza de que como pueblo ya vamos venciendo, porque siempre estamos y hemos estado en Movimiento, fundando la patria digna y justa que nos merecemos.
Desde los bajos del Congreso Nacional – Tegucigalpa, Honduras / del 9 al 11 de mayo, 2022
¡Desde la dignidad siempre!