LA MUERTE DE JESÚS EN NAVIDAD

Por jose morales

En la ciudad, los más maltratados luchan, día a día, luchan para sobrevivir. Halan carretas, cargadas con la basura de la sociedad que solo los mira cuando necesita deshacerse de las inmundicias que no cargan ni los carros de basura. A veces comen, y otras veces se atraviesan lo que encuentren en el camino. Así, a lento trote, van los maltratados.

Van los maltratados, los vemos de reojo, van debajo del sol, van debajo de la lluvia, pero van haciendo muecas de sonrisas cansadas, van con la piel herida y la pansa vacía, van sobrellevando la vida día con día. Van con su hemoglobina baja, con anemias profundas, famélicos, enfermos por la indiferencia y la discriminación.

En la cima de la ciudad, un obeso rey cara rosada hace payasadas, como un bufón, hace reír a la gente, nos hace voltear a ver para otro lado, mientras los maltratados pasan a nuestro lado, como el prójimo golpeado por la realidad. El auto percibido rey de la ciudad no descansa, siempre bufón, siempre irreverente. Mira a los maltratados y ordena que les retiren sus pobres caballos, exclama soberbio que no permitirá que se siga maltratando estos pobres animales. Gran parte de la ciudad lo aplaude.

En las bodegas de la ciudad, los caballos mueren de hambre, lo que nunca hubiera pasado si este rey bufón no les hubiera quitado sus caballos a los verdaderos maltratados de esta sociedad, a los dignos carreteros que a pesar de toda la indiferencia y el abandono que viven deciden ganarse la vida luchando, halando sus carretas con sus caballos, debajo del sol, de la lluvia, ayudando al que los necesita para botar sus inmundicias.

Jesús fue víctima del bufón, le quitaron su caballo, muchos vieron al caballo como digno de protección y los es, sin duda, pero es mas digno ver al ser humano que con esfuerzo alimentaba su caballo y que no lo dejó morir de hambre. Con ese mismo esfuerzo alimentaba a su hija y a su esposa, pero él, a veces comía, a veces no.

Jesús murió crucificado por la indiferencia nuestra, pero sobre todo por la indiferencia de las autoridades de la ciudad, la apatía del gobierno. Somos resistencia dice la presidente, pero se le olvidó que Jesús estaba en la cruz. Se les olvido a los gobernantes que la dignidad del ser humano es inviolable, y que todos tenemos la obligación de respetar y proteger, se les olvidó que el fin supremo de la sociedad y el Estado es el ser humano. Se nos olvidó como sociedad que nuestro contrato social nos obliga a respetarnos y protegernos.   

Jesús Ramírez murió con su hemoglobina a cinco, lo que indica que sufría una grave anemia, provocada por una desnutrición severa, en palabra simple, Jesús muchas veces no tenía ni para comer. Jesús bajaba de su cruz todos los días, con sus manos heridas, se montaba en su carreta y salía a trabajar, con su desnutrición a cuestas, con el dolor y el cansancio que representa esta condición de salud, y al alcalde lo que se le ocurrió es que tenía que quitarle su caballo, su medio de trabajo, su forma de sobrevivir.    

Hoy nos reunimos aquí para despedir a Jesús Ramírez, paradójico, hermanos, Jesús muere en navidad, deja una esposa en agonía y una pequeña, lamentablemente, se convirtió en víctima de una injusticia cruel e inhumana: la muerte por hambre. Su vida fue arrebatada por la indiferencia, por un sistema que permitió que el acceso a lo más básico, el derecho a la alimentación, fuera un privilegio de unos pocos y no un derecho universal. Su partida nos duele profundamente, pero su recuerdo nos impulsa a seguir luchando con más fuerza que nunca. Que su muerte no sea en vano. Que cada uno de nosotros, alzando nuestras voces, se convierta en un defensor incansable de los derechos humanos, exigiendo que el hambre sea erradicada, que cada ser humano tenga acceso a los recursos necesarios para vivir con dignidad. En su nombre, no permitiremos que más vidas se apaguen por una causa que debería ser impensable en el siglo XXI. La lucha continúa, porque el hambre no tiene lugar en un mundo que se dice civilizado.

Que vivan los carreteros, que viva Jesús.

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