¿Qué queremos hacer con nuestras fuentes de agua en Atlántida?
Este mes de marzo, en el marco del Día Mundial de Acción por los ríos y el Día Mundial del Agua desde nuestra memoria viva y el compromiso presente de nuestros pueblos, comunidades y territorios, actualizamos la decisión impostergable de resistir de manera colectiva, soberana y propositiva ante el modelo económico y político ,basado en la acumulación por desposesión, ecocida y empobrecedor; movidos por la justicia del libre acceso al agua para beneficio de todos y todas como derecho humano y principio del bien común.
Avanzaremos en nuestro trabajo organizativo, formativo y político para declarar los bienes hídricos 1del departamento de Atlántida para consumo humano y bien común y no para el voraz capital. Nos enfocaremos en declarar zonas productoras de agua para consumo humano a perpetuidad. Nuestros territorios serán los administradores para garantizar su democratización y acceso equitativo para todos y todas. Involucraremos en nuestra propuesta departamental de agua a organizaciones, patronatos, juntas de agua, iglesias, alcaldías, la institucionalidad estatal y colectivos para que de manera articulada ejerzamos la soberanía y la autoderminación sobre los bienes comunes naturales, en especial el agua.
A partir de 1992 la conferencia de Río de Janeiro de la ONU, realizó la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, donde afirmó que las y los seres humanos, constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas al desarrollo sostenible. Para el 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.
El agua es elemento vital para el desarrollo de la vida en el planeta, y principalmente de la vida humana. Sin ella, cualquier propuesta económica de desarrollo sería inviable para los pueblos y las naciones. Por ello es inadmisible que para el año 2020, el agua hizo su aparición en la bolsa de valores de Nueva York (Wall Street) cotizándose en 486$ dólares 1,233,000 litros de agua, denominado bajo Índice del Agua Nasqad Veles California, por el grupo financiero CME.
Según la ONU, para el año 2040, la mayor parte de los países a nivel mundial, no tendrán agua para cumplir la demanda anual de sus sociedades. Al menos un 10% de la población mundial, vive a menos de 10km de una fuente de agua dulce, por lo que este limitado recurso se encuentra concentrado en los centros de las ciudades y campos industriales y ausente en las periferias y zonas rurales. Según estudios, solo el 8% del total de acceso al agua, es consumida por las familias, mientras que un 70% por la agricultura y un 22% por la industria y el comercio.
En casi todo el mundo, el agua es tratada, valorada y comercializada como un recurso que nunca fuese a agotarse y por ello es enormemente desperdiciada por grandes industrias y mercados. La imposición del agua como mercancía en nuestras leyes desde el capital transnacional obliga a crear una nueva ley general de aguas para privatizar, así como una la ley marco del sector de agua potable, para privatizar las redes de agua en las comunidades.
En el departamento de Atlántida existen municipios como Esparta donde, a pesar de tener varias fuentes de agua, más de un tercio de sus comunidades sufren sequía, mientras el Grupo Terra se lucra del rio san Juancito para generación de energía eléctrica. El inadmisible que en sectores como el Porvenir la contaminación del agua por venenos agroindustriales utilizados en las piñeras y la palma africana, este acabando con la vida acuática y de la reserva de vida silvestre. Además, Pico Bonito y la Sierra nombre de Dios están siendo devastadas por la deforestación, el avance de la palma africana y la ganadería sin que las autoridades competentes implementen políticas y protocolos de protección. En el Municipio de Tela las plantas extractoras de aceite de palma contaminan ríos, riachuelos, lagunas y playas con desechos tóxicos, hasta el momento estas acciones permanecen en la impunidad.
En Arizona y la Másica donde operan centrales hidroeléctricas en las principales fuentes de agua que por años protegieron las comunidades, mientras sus dueños generan ganancias millonarias anuales, a los municipios y las comunidades les dejan migajas, ruina, saqueo y pobreza.
El rechazo por la privatización del agua, desde la organizaciones populares y comunitarias como el MADJ son acciones que se unen a la demanda global de colectivizar este bien natural común, para restringir y anular que los organismos internacionales de desarrollo, entre ellos, la banca financiera y empresas transnacionales convierta el agua en una mercancía de consumo cuyo beneficios se concentran en capitales privados y condenando a los pueblos a una crisis sostenida para obstaculizar la mejoría de su calidad de vida y el desarrollo integral de la sociedad y los pueblos.
Nosotros como Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, desde los territorios organizados en el departamento de Atlántida hemos enfrentado la oleada y avance del capital transnacional que a través del extractivismo, la minería, las hidroeléctricas, las térmicas y los monocultivos han pretendido la privatización del agua, su mercantilización y explotación para la generación de capital y no como bien común.
El modelo económico actual, limita y restringe nuestro derecho humano al agua. La imposición de la mercantilización de nuestras aguas, ha generado dentro de nuestras comunidades diversas violencias en distintos niveles, desde lo institucional, lo familiar y lo social. El modelo ha impuesto mecanismos para criminalizar, judicializar y desplazar a luchadoras y luchadores en cada uno de los territorios en disputa. Nuestro territorio organizado en defensa de los bienes comunes se suma a las exigencias y propuestas colectivas por el pleno derecho al agua para su consumo humano y no para el capital. Somos parte de los miles de personas comprometidas, que dedican su vida y esfuerzo en defender el agua, la vida, el territorio para el sostenimiento de la vida, desde una posición política radicalmente asentada en el bien común, enfocada en garantizar el agua como derecho humano para los pueblos y no para el capital.
¡Los bienes hídricos de Atlántida y de Honduras serán para consumo humano y no para el capital!