La política de seguridad implementada en el gobierno de Juan Orlando Hernández sigue dejando más desaciertos que aciertos a pesar del enorme gasto del presupuesto nacional que se ejecuta en temas de seguridad nacional.
Cifras trascendidas en las últimas horas, precisan 14 Personas asesinadas en al menos 4 masacres ejecutadas en los primeros once días del año, que reflejan el fracaso de la política de seguridad basado en la militarización de la sociedad donde las estadísticas maquilladas son la justificación perfecta para la creación de más cuerpos policiales y militares.
El 1 de enero, tres personas fueron asesinadas en Puerto Cortes, seguidamente otras tres personas fueron ultimadas en Yoro el 2 de enero, posteriormente tres personas fueron atacadas a balazos en la carretera que comunica San Pedro Sula con La Ceiba a la altura de la aldea la Mulera en Tela y para terminar de contabilizar las masacres suscitadas en el país, el 10 de enero cinco personas fueron ultimadas en la capital de la república. A todos estos crímenes les amenaza como único destino posible la impunidad al igual que al 95% de los hechos violentos que ocurren en Honduras.
La Secretaria de Seguridad en su afán de maquillar el fracaso de su gestión ha querido llamar “homicidios múltiples” a las masacres o hechos violentos donde son asesinadas más de dos personas. Estos hechos, son en concreto, el reflejo del fracaso de la política de seguridad adoptada por el gobierno donde se ataca la consecuencia y no los orígenes del problema. Reafirmando la urgencia de la configuración de una verdadera política criminal en Honduras que busque soluciones reales a los conflictos sociales que están en permanente escalada en el país y que se aleje de la instrumentalización actual del derecho penal por los grupos de poder en el escenario nacional y de la utilización de la fuerza pública con finalidad de control social.
Desde el 2014, año en que inició el primer mandato Juan Orlando Hernández, el presupuesto para defensa y seguridad nacional ha tenido una tendencia a la alza, su incremento anual ronda el cuatro por ciento del presupuesto nacional sin que los resultados sean proporcionales a la inversión, dejando en un luto permanente a la sociedad hondureña.